Os traigo unas imágenes de minas de uranio, hoy inactivas, donde se observa el estado al final de la explotación, sin restauración ambiental y con restauración ambiental.
Todo lo relacionado con la gestión mineral del uranio en España depende del Estado directamente (recomiendo que se visite la web de ENUSA y ENRESA).
Toda la orla hespérica tiene potencial en recursos uraníferos. Destacan especialmente las provincias de Salamanca y Cáceres.
Uno de los problemas fundamentales de las minas de uranio es la carga de radioactividad natural que contienen sus galerías y pozos. Si bien los niveles de radioactividad son los que han sido siempre en la zona en la que se encuentre la mina en cuestión, lo cierto que es que el aire y el agua de las galerías acumulan niveles por encima de lo normal, razón por la cual sería peligroso entrar en este tipo de minas durante largos periodos o de manera continuada.
Y digo sería porque este problema no existe en España, ya que ENRESA se encarga de cerrar a cal y canto, valga la expresión, las antiguas minas de uranio abandonadas. Os traigo un ejemplo tomado de un folleto informativo de ENRESA, donde se observa la restauración del terreno llevada a cabo en el Grupo La Virgen, en Jaén, válido por otro lado para apreciar el tipo de labor minera y ambiental que se realiza. La diferencia es clara entre las dos imágenes: se desmantelan todas las instalaciones, se remodela el terreno buscando un aspecto similar al original, se reforesta la zona y se realizan las labores de mantenimiento propias de este tipo de obras. El resultado final es claramente bueno.
Pero los trabajos de restauración no consisten solo en eso, también hay controles radiológicos, que incluyen especialmente análisis de suelos y aguas, con el fin de conocer y poder comparar los umbrales naturales antes y después de la restauración. Téngase en cuenta que el mineral de uranio, la causa fundamental de la radiación natural en este tipo de minería, habría sido trasladado en su momento hacia las factorías de transformación y, posteriormente, a los centros de consumo. Es decir, que el grado de radiactividad es por norma esencialmente inferior al que uno esperaría encontrarse en este tipo de ambientes.
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