Tenía preparada desde hace tiempo esta recensión, que decido publicar por su relación con la minería y que se titula “La lástima lastima: la historia sentida por nuestras mujeres”. Ésta es:
El Corazón de la Tierra, de Juan Cobos Wilkins, también llevada al cine, es una novela histórica, con pocos personajes y miles de protagonistas, los que vivieron en un entorno social importante en la historia peninsular y un trasfondo geológico y minero extraordinario, el de las Minas de Riotinto.
La narración es pausada, incluso en los momentos más álgidos de la historia, rememorada por Hada Bosco. Con una prosa elegante el autor nos describe personajes, historias, ambientes y sentimientos, que me recuerdan a la tranquila vida rural en muchos sentidos. Mientras escribo estas líneas me siento observador o, mejor aún, plenamente identificado, con la luz de Vermeer, a la que alude simbólicamente el autor para destacar esos ambientes primaverales, diáfanos, de colores alegres, curiosamente todos calificativos sinónimos de lo rural, que contrastan con el entorno infernal de las minas y el clasismo imperante, ambas heridas abiertas por los hombres. Y ese sonido natural de las mujeres que, entre flores y calderos o agujas e hilos, se relacionan ajenas al stress urbanita, tan bien relatado, me recuerdan un modo de vivir que roza la perfección.
La puerta al infierno, ésa que daba de comer y generaba tanta riqueza económica y cultural, está nada menos que encima de los mejores yacimientos de cobre de Hispania. El infierno, reflejado en las “mantas” y las “teleras”, y en la salud de sus habitantes, mineros o no, es descrito con suma precisión por Cobos. Aunque, por otro lado, nuestras minas merecerían un poemario por sí mismas, como restos de nuestra historia, hoy parcialmente vivas en las gentes ibéricas e inglesas, todas ellas herederas naturales y culturales de ese monstruo geológico, cuya geometría permite una alegoría bien servida en modo de piedra mágica, amuleto intergeneracional.
Me alegra ver que con unos pocos personajes se nos enseña una versión de la Historia, la ocurrida en la cuenca minera de Riotinto en 1888 (el año de los tiros), periodo crucial de la historia de la minería española. España, atrasada en casi todo respecto a Europa occidental, también vivió con retraso las revoluciones, cuyos logros reivindicativos en lo laboral, sanitario y educativo eran pura inercia social e histórica. En este sentido, el pelirrojo izquierdista, extraditado de Cuba, es eje fundamental de la historia contada y valuarte reinvidicativo del socialismo que calaría en esta tierra. Y es uno de los lazos de unión de la narración, que sirve de excusa para que el autor nos dé a conocer y sentir a las mujeres protagonistas (quizá a todas las mujeres andaluzas) y, sobre todo, sus desdichas y amores.
Mezcla de morriña y apego a la intrahistoria, Katherine, nieta literaria -quizá algo más que eso- de Blanca, descubre una manera intensa de vivir a sus recién cumplidos cuarenta, falsamente viuda, apegada al tabaco y al alcohol, que a pesar de todo parece conseguir recuperar, gracias a Hada, el ansia de vivir y, gracias al centauro, las lindas sensaciones de amar. Esta inglesa, nieta natural de White, médico de La Compañía, medio hispana, vive una historia de amor que el autor no tiene intención de desvelar. Podía haber sido una bonita novela romántica, vestida con los colores claros de Andalucía y los “coloraos” del infierno que nos parece marciano: el cobre terrenal y el río Tinto, cargado de minerales y, durante el invierno de 1888, de sangre.
Editorial: Random House Mondadori, S.A.
Año: 2001.
Edición 2007: Debolsillo.
ISBN: 978-84-8346-435-9.