martes, 21 de septiembre de 2010

Duelo en las profundidades, de Heston.

Charlton Heston protagoniza y codirige con su hijo Fraser esta película de 1982, rodada en Vancouver, Columbia Británica (Canadá). Fraser Clarke Heston también es coguionista del film, junto con Scheinman y Shafer. Sus principales coprotagonistas son Nick Mancuso (en el papel del geólogo Jean Dupre) y Kim Basinger (en el papel de Andrea Spalding).
El título original es Mother Lode, que en castellano se traduce por Veta Madre, una denominación que hubiera sido más adecuada para esta película que se desarrolla prácticamente bajo tierra.



La historia gira en torno a una mina subterránea de oro en la frontera canadiense, donde dos locos hermanos escoceses (Silas e Ian McGee) mantienen en vilo a una pareja que va en busca del marido de ella, desaparecido en esas tierras. La dura vida de los dos mineros les lleva a la paranioa, dando como resultado un thriller con escaso argumento, aunque apoyado en interesantes escenas claustrofóbicas de la minería subterránea y con un Heston que llena la pantalla con su poderío sobre-interpretativo.
La película no acaba de transmitir al espectador la angustia propia de la pareja embarcada en su desesperada búsqueda. Las únicas escenas que merecen especial mención son las referidas a la mina o las subacuáticas, a pesar de que son en general de mala calidad.
Y desde el punto de vista minero, poco o nada, si exceptuamos una "escena áurea" (el descubrimiento de la Mother Lode) casi al final de la película.

lunes, 13 de septiembre de 2010

EL Corazón de la Tierra, de Juan Cobos Wilkins.

Tenía preparada desde hace tiempo esta recensión, que decido publicar por su relación con la minería y que se titula “La lástima lastima: la historia sentida por nuestras mujeres”. Ésta es:

El Corazón de la Tierra, de Juan Cobos Wilkins, también llevada al cine, es una novela histórica, con pocos personajes y miles de protagonistas, los que vivieron en un entorno social importante en la historia peninsular y un trasfondo geológico y minero extraordinario, el de las Minas de Riotinto.

La narración es pausada, incluso en los momentos más álgidos de la historia, rememorada por Hada Bosco. Con una prosa elegante el autor nos describe personajes, historias, ambientes y sentimientos, que me recuerdan a la tranquila vida rural en muchos sentidos. Mientras escribo estas líneas me siento observador o, mejor aún, plenamente identificado, con la luz de Vermeer, a la que alude simbólicamente el autor para destacar esos ambientes primaverales, diáfanos, de colores alegres, curiosamente todos calificativos sinónimos de lo rural, que contrastan con el entorno infernal de las minas y el clasismo imperante, ambas heridas abiertas por los hombres. Y ese sonido natural de las mujeres que, entre flores y calderos o agujas e hilos, se relacionan ajenas al stress urbanita, tan bien relatado, me recuerdan un modo de vivir que roza la perfección.

La puerta al infierno, ésa que daba de comer y generaba tanta riqueza económica y cultural, está nada menos que encima de los mejores yacimientos de cobre de Hispania. El infierno, reflejado en las “mantas” y las “teleras”, y en la salud de sus habitantes, mineros o no, es descrito con suma precisión por Cobos. Aunque, por otro lado, nuestras minas merecerían un poemario por sí mismas, como restos de nuestra historia, hoy parcialmente vivas en las gentes ibéricas e inglesas, todas ellas herederas naturales y culturales de ese monstruo geológico, cuya geometría permite una alegoría bien servida en modo de piedra mágica, amuleto intergeneracional.

Me alegra ver que con unos pocos personajes se nos enseña una versión de la Historia, la ocurrida en la cuenca minera de Riotinto en 1888 (el año de los tiros), periodo crucial de la historia de la minería española. España, atrasada en casi todo respecto a Europa occidental, también vivió con retraso las revoluciones, cuyos logros reivindicativos en lo laboral, sanitario y educativo eran pura inercia social e histórica. En este sentido, el pelirrojo izquierdista, extraditado de Cuba, es eje fundamental de la historia contada y valuarte reinvidicativo del socialismo que calaría en esta tierra. Y es uno de los lazos de unión de la narración, que sirve de excusa para que el autor nos dé a conocer y sentir a las mujeres protagonistas (quizá a todas las mujeres andaluzas) y, sobre todo, sus desdichas y amores.

Mezcla de morriña y apego a la intrahistoria, Katherine, nieta literaria -quizá algo más que eso- de Blanca, descubre una manera intensa de vivir a sus recién cumplidos cuarenta, falsamente viuda, apegada al tabaco y al alcohol, que a pesar de todo parece conseguir recuperar, gracias a Hada, el ansia de vivir y, gracias al centauro, las lindas sensaciones de amar. Esta inglesa, nieta natural de White, médico de La Compañía, medio hispana, vive una historia de amor que el autor no tiene intención de desvelar. Podía haber sido una bonita novela romántica, vestida con los colores claros de Andalucía y los “coloraos” del infierno que nos parece marciano: el cobre terrenal y el río Tinto, cargado de minerales y, durante el invierno de 1888, de sangre.

Editorial: Random House Mondadori, S.A.
Año: 2001.
Edición 2007: Debolsillo.
ISBN: 978-84-8346-435-9.

jueves, 9 de septiembre de 2010

The Man who Painted Caves, de David Antony Clark.

Tengo este CD desde hace bastantes años y siempre acudo a él para relajarme cuando ando algo estresado. La razón la conocen aquellos que lo han escuchado: como otras grabaciones de este autor neozelandés (ver su web en español: http://www.davidantonyclark.com/indexsp.htm) o de otros autores de la mal llamada New Age, nunca mejor dicho que la música amansa a las fieras.

David Antony Clark es de los que atrapa con sus ritmos. En lugar de realizar una torpe explicación de esta música, prefiero que leáis la reseña que aparece en el blog de Pepe Cantos (http://solsticiodeinvierno.blogspot.com/), donde hay otras muchas y acertadas críticas musicales de numerosos autores.

Creo que este tipo de músicas podrían utilizarse como hilo o fondo sonoro en muchas de las cuevas turísticas que hay por el mundo, además de en algunos museos. Quizá en algunos países se haga algo al respecto, aunque no conozco nada en Europa en ese sentido. Así los artistas tendrían una adecuada vía para expresarse musicalmente.

martes, 7 de septiembre de 2010

Caos de bloques de Huelgoat

En Huelgoat, Francia, existe un río que circula entre bloques graníticos (Chaos), formando un entramado pseudo-cavernícola, donde se puede disfrutar de una visión atemperada de la naturaleza, dado que el cauce está regulado aguas arriba.


Gracias a escaleras y barandillas se puede uno adentrar en este pequeño mundo aparentemente inestable, sin mojarse y sin arriesgarse a caer a un pequeño abismo que produce cierta aprensión por su nombre (Cueva del Diablo).
Dentro de este roquedo se ven las huellas geológicas de la corriente, que pule aún más las rocas graníticas, como ocurre en muchos cauces donde el substrato rocoso es similar. Ejemplos de caos de este tipo tenemos en Extemadura, como el llamado Rugidero, en el Parque Natural de Cornalvo, solo que sin medidas de protección para los visitantes ocasionales que hasta allí se acercan.

A los franceses les gusta mucho lo mitológico en relación con sus bosques y en Huelgoat, al igual que en Grocelandia (también en Bretaña), gustan ver sus contrastes lumínicos, los sonidos, etc. En el Bosque de Huelgoat, cuando tomé estas fotos, estaban preparando un concierto, pues la acústica y la belleza del entorno fomentan el disfrute de la música. Y si quieres andar, pedalear o cabalgar entre ríos de piedras y árboles, éste es el sitio perfecto, con permiso de hadas y duendes, claro.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Cavernas y Simas de España, de Puig.

Don Gabriel Ramón Manuel Puig y Larraz (1851-1917), ingeniero de minas, publicaría el primer catálogo espeleológico español (Cavernas y Simas de España) en 1896, en Madrid.
Puig y Larraz formó parte de la Junta Directiva de la Sociedad Geográfica de Madrid. Además, fue vicepresidente de la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País y presidente de la Real Sociedad Española de Historia Natural en 1900.
Puig Larraz había publicado años antes (1888), junto con R.Sánchez, "Datos para la geología de la Provincia de Santander", en el Boletín de la Comisión del Mapa Geológico de España. Al año siguiente de su ya famoso catálogo espeleológico publicaría otro ("Catálogo geográfico y geológico de las cavidades naturales y minas primordiales de España"), en los Anales de la Sociedad Española de Historia Natural. Y en 1898 traduciría (y anotaría) al castellano el libro "Exploraciones subterráneas en Baleares y Cataluña", de Edouard-Alfred Martel, el padre de la espeleología deportiva. Dada la bibliografía de Gabriel Puig, se puede afirmar que era un amante de la historia y la geografía, pues además de las publicaciones mencionadas, tiene alguna otra que denota su interés por reconocer ciertos aspectos poco conocidos de la historia del conocimiento minero español, por ejemplo, del periodo ilustrado de finales del siglo XVIII.
En la imagen se observa la portada de la reimpresión actual, copia de la edición original del Boletín de la Comisión del Mapa Geológico de España.


En el libro, esencialmente un catálogo descriptivo de las grutas y abismos naturales o seminaturales conocidos a finales del siglo XIX en nuestro país, aparecen referidos varios lugares de ambas provincias extremeñas (según su denominación actual): San Vicente de Alcántara, Burguillos del Cerro, Fuentes de León, Oliva de la Frontera, Salvaleón, Alange, Arroyo de San Serván, Oliva de Mérida, Alconchel y Esparragosa de Lares, en la provincia de Badajoz; y Aliseda, Cáceres, Portezuelo, Marchagaz, Nuñomoral, Pinofranqueado, Trevejo, Zarza de Montánchez y Carbajo, en la provincia de Cáceres. En la mayoría de los casos, se trata de abrigos y no cuevas propiamente dichas. Además, muchas son referencias orales, que no fueron corroboradas por el autor.
No obstante, lo esencial de este libro (ahora reimpreso por la Librería París-Valencia, dentro de una colección ya reconocida como uno de los mejores esfuerzos por recuperar una bibliografía esencial de la cultura del siglo pasado) es el esfuerzo de recopilación, que serviría para marcar un punto de inflexión en lo que a esta ciencia y deporte supuso para España, uno de los países con más cavernamientos de Europa, a comienzos del siglo XX y, especialmente, después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se popularizaría la espeleología de manera definitiva en España, gracias a la influencia de espeleógos europeos (Martel, De Joly, Casteret, etc.).
Podéis descargar el libro en pdf en el blog del Grupo de Ciencias de la Tierra (http://espeleogct.blogspot.com/). Aunque al que realmente le guste el tema también lo puede comprar, como es lógico.
Y si os gusta la bibliografía espeleológica, visitad este fenomenal blog (http://espeleologiabibliografia.blogspot.com/).

viernes, 3 de septiembre de 2010

La Mina Azul de pizarra.

La Mine Bleue (Noyant-la-Gravoyère, Francia) es un claro exponente de la capacidad turística de antiguas explotaciones mineras. Pero en este caso la sorpresa es doble, pues al hecho de revertir el uso industrial en turístico debe añadírsele que se trata de una cantera de pizarra "subterránea".
Como visita turística es demasiado pobre, aunque la experiencia para aquellos amantes de este tipo de museología puede ser intensa: planos inclinados (ahora con escalerilla y pasamanos), elevadores, salas inmensas (realmente inmensas) y, sobre todo, la escenografía propia de este tipo de semiparques temáticos (típicos mineros franceses, con los mostachos habituales de otro tiempo).
Esta mina comienza su andadura en 1919, estando en funcionamiento hasta finales de los 90 del siglo XX.
Se puede visitar su web (http://www.laminebleue.com/).