D. Juan Antonio Murillo Carmona ha elaborado un proyecto de rehabilitación del entorno minero San Nicolás en Valle de la Serena (Badajoz), consistente en su transformación en un Complejo Hotelero.
VIVIR EN LA TIERRA.
Si hay algo que simboliza el encuentro del hombre con la tierra, un encuentro desnudo, sincero y sin artificios, es la mina. Porque no es el encuentro con la exuberante naturaleza de la superficie, que también, sino que el adentramiento en la mina supone, por una parte, el enfrentamiento con la soledad de uno mismo, la vuelta a las entrañas de nuestro propio origen y por otra, el gran reto del hombre para conocer sus límites de supervivencia.
Las minas de San Nicolás, ya no son lo que eran. Sus galerías, sus pozos, sus anchurones, aquellos espacios que un día significaron fuente de riqueza y de convivencia a la vez, han perdido su sentido primitivo. Es el abandono del esfuerzo y de la historia reciente, pero basta mirar, sentir cualquier elemento, recorrer cualquier espacio, para comprender que allí hay un contenido que rescatar, una construcción que perfilar, un lugar para vivir , La estrategia a seguir entonces, es la de superponer dos capas de distintas épocas que interactúen entre si componiendo un todo. El objetivo de este proyecto está encaminado, en cierta medida, a la configuración de una segunda capa, complementar lo que allí hay y obtener como resultado un edificio. Este edificio no ha de ser un centro de interpretación que instruye sobre la mina, no, ha de ser la mina. En la mina se vive, en la mina te mueves. La mina es el hotel el hotel es la mina. Para que esto sea posible necesitamos algo más, un horizonte, un paisaje optativo a la suma soledad y es así que “destapamos” en parte la mina reordenando los asentamientos de tierras de anteriores excavaciones y ejecutando el movimiento estrictamente necesario de otras nuevas, para que nuestro edificio-mina vea la luz. Así de fácil. Pasado y presente fundidos, esas dos capas de la historia superpuestas llenan de contenido el ayer, rescatándolo, y el hoy, ofreciendo un “lugar” genuino como pocos.
¿UN EDIFICIO?
El esquema de la mina es sencillo: un pozo que une distintas galerías a alturas diferentes, un interior. Y una sierra, un exterior. Las galerías a su vez disponen de salidas a la sierra. El esquema de nuestro edificio es exactamente el mismo: el pozo y las galerías, que suponen la comunicación vertical y horizontal respectivamente.
Pero la mina es muy grande. La intervención se apropia de una parte de la mina para el edificio: del eje vertical como núcleo central y unos tramos de galerías. El resto de la mina, no obstante, también forma parte de la intervención. Los “pasillos” del edificio continúan más allá del edificio, son salidas directas al paraje natural y constituyen un paseo instructivo y pedagógico a la vez que un eje de comunicación interior-exterior, oscuridad-luz. Y este es otro objetivo de la propuesta: desdibujar en lo posible los límites entre el edificio y el conjunto, un equilibrio de escalas. De esta forma el paraje en sí, forma parte de la intervención, poniendo en valor aquellos elementos como recorridos, edificaciones, etc. que la mina y la actividad derivada de la misma han ido creando.
A lo que llamamos edificio, no es un edificio. O son cuatro unidos por el eje vertical, el pozo, de tal manera que se podría describir como un conjunto de volúmenes a distinta altura, con usos distintos y "colgados" de la red de galerías. En esencia, nuestro "edificio" no sería otra cosa que una serie de pinceladas en la sección vertical de la mina, de tal manera, que estas pinceladas “tapan” la parte “destapada” de la mina.